lunes, 19 de noviembre de 2012

Música y sueños

Era pronto. Sentando en la terraza tomaba un té, rememorando aquellos días. Conocer a Julia había dado un vuelco radical a mi vida.

Julia dice que se enamoró de mí la primera vez que me vio. Estábamos en el Auditorio escuchando un concierto de Beethoven. La melodía nos penetraba. Sentada a mi lado, oyó un suspiro, y volvió la mirada. Vio que mi rostro era bello; puro; expresivo. Estaba conmovido. Sintió gran afinidad y cariño. No pudo evitar acariciar mi mano… a pesar de estar acompañada.



Lo hizo tan sutilmente que pensé: “es un sueño”. Volvió a rozarme y la toqué suavemente. Al poco, mano con mano, nos adivinábamos. La música nos envolvió en una atmósfera intensa y profunda. El concierto acabó. Nos despedimos con disimulo y me dio una nota. Me citaba el martes a las siete en Chez Olivier. Cuando nos encontramos me dijo: “he dejado a mi actual pareja, estaré a tu lado; enamorada; para siempre”. Le hice entender que no podía aceptar tal propuesta, aunque también la quisiera apasionadamente. No es justo que me ofrezca tal sacrifico. Mi falta de visión, en estos tiempos, me convierte en una persona muy limitada.

Desde entonces, la amo sin poder pensar en otra cosa. Daría mi alma por sentirla de nuevo. He asistido a cada uno de los conciertos que se han ofrecido y no he vuelto a encontrar sus caricias. Supongo que nos añoramos a distancia. Sueño que nos abrazamos, nos descubrimos, que jamás he tenido a alguien como ella en mis brazos. Suave y cálida. Su aroma especial. Pasar mis manos por su rostro, oler su cabello, oír sus latidos. ¡Es bellísima!

Ahora que no podemos ser amantes, extasiado, me entrego a la música soñando lo imposible.

        Por Mercedes Martín Duarte

No hay comentarios:

Publicar un comentario