lunes, 25 de noviembre de 2013

Transformación


Una extensa galería de conductos internos transportaba el líquido,  lo conducía al exterior. Era un fluido abundante, algo salado y transparente, que circulaba a borbotones y salía hacia fuera por aquellos extraños platillos con un pequeño cilindro en el centro.

- Siento dolor, Eloisa, cuando tú me desprecias, siento dolor- Éste era el pensamiento de Heliodoro mientras su rostro expresaba indiferencia.
   
Sus lágrimas se dirigían hacia dentro por aquellos pasillos mientras sus ojos permanecían secos,y salían por sus pezones. Debajo de la ropa llevaba un chaleco absorbente que le libraba de la humedad.

De esta manera se transformó el cuerpo de Heliodoro para cumplir el mandato que su padre le hizo: “No llores nunca. Los hombres no lloran”. 

Por Rosa Velasco
 

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