miércoles, 20 de noviembre de 2013

El diente

    – ¡Mamá, mamá, he encontrado un diente!
    – ¿Un diente? Enfséñamelo… um, no puede fser tuyo Carolina, efs muy grande
    – ¿Por qué hablas así mamá?
    – ¡Ay, Diofs!


Amalia corre loca a través del pasillo hasta llegar al espejo del baño. Allí comprueba, con horror, que le falta un diente de la mandíbula superior. Lanza un grito que rompe la belleza de esa mañana de abril. Carolina la mira, con sus ojos redondos y celestes, en el umbral de la puerta. No le parece tan trágico que se le haya caído un diente, a ella ya se le cayeron cuatro y  no lloró nunca por ello. Pero para su mamá debe de ser peor porque solloza con hipo y todo y no deja de abrir la boca y mirarse y tocarse y se restriega los ojos como si lo que está viendo no se lo pudiera creer.

Carolina se agarra a sus caderas y la abraza muy fuerte.


      –Mamita, mamita, no llores, el ratoncito Pérez te traerá un bonito regalo y pronto te saldrá otro diente, por favor, por favor, por favor…
       –Cariño, tú no lo entiendefs, a mamá no le fsaldrá otro, efste fse cayó y no me volverá a fsalir. Ponte lofs zzapatofs y la chaqueta que nofs vamofs al dentifsta.


Amalia se arregla mientras seca sus lágrimas, peina su pelo y cuando retira el cepillo, ve con estupor cómo una mata de cabello está enredada entre sus púas. Se atusa con las manos y los mechones van cayendo sin vida sobre el lavabo. Ya no hay ni lágrimas ni gritos, sólo se hace firme una certeza dentro de ella: esto es el final, piensa. Cierra con cerrojo el baño y llama a su niña.


       – ¡Carolina!


Se oyen los pasitos rápidos de la nena por el pasillo, acto seguido el movimiento del picaporte.


–    ¿Mamá?
–    Efscucha, cariño, ahora mifsmo fsalgo, no te preocupefs, ya no vamofs al dentifsta, quítate los zzapatofs y ponte la tele, ¿me escuchafs?
–    Sí, mami, pero ábreme.
–    Ahora no, cielo, efstoy un poco defscompuesta y huele mal, enfseguida fsalgo, hazz lo que te he dicho.


Su cabeza es ahora blanca y lisa y no tiene ya ni un solo cabello. Araña su cara con impotencia y nota cómo sus carrillos ceden y sus dedos se hunden en ellos. A continuación una lluvia de incisivos, caninos, molares y premolares inunda su boca. Escupe con asco sobre el lavabo y todos ellos salen limpios y precipitados ¡cómo una granizada a destiempo! Siente cómo sus piernas le flaquean y antes de que pueda darse cuenta, se quiebran y da con su cuerpo en las baldosas grises. Ve desde allí el pestillo echado e intenta llegar hasta él para abrirlo, alarga el brazo y observa cómo sus dedos se estiran hasta rozarlo. Cuando intenta darle vuelta los dedos ya son ramas verdes con abundantes hojas. El apéndice arbóreo planea sobre las losetas y al fin cae. Intenta gritar pero su condición ya no es humana sino vegetal, y por lo tanto estática y sin movimiento.
Resultados  de la Prueba de Incorporación a otras vidas intergalácticas de de: Antac Montz Arlit Liber In A.2 (Amalia)
Sentimos comunicarles que la incorporación de su homólogo ha resultado fallida.
Como consecuencia ha quedado convertida en vegetal (ficus) en dicho planeta. Su forma y esencia original estarán de vuelta en + — 5,30 annius lugis, sin perjuicio alguno para su integridad.

Los motivos de su vuelta son:

1) Llevarse información de esta existencia e incorporarla a las rayas de las manos de su forma terrícola. 
2) Contar dichos secretos a los seres terrestres y hacer negocio con dicha información privilegiada, haciéndose llamar adivina.
3) Utilizar nuestro poder telepático y un transmisor en forma de esfera de cristal para ponerse en contacto con sus seres homólogos en este planeta.
4) Intentar enseñar sus habilidades a su vástago humano.
5) Todas ellas infracciones graves e invalidantes para su estancia allí. 

En su lugar, y para no traumatizar a esa criatura fruto de su condición carnal, hemos enviado a su clon número tres, que ya ocupa su cuerpo. 


Les recordamos que hasta pasados 2 veces 17,52 annius magic no podrá volver a incorporase a otras vidas intergalácticas.


Atentamente: Rectoría de Existencias Intergalácticas (REI)

    —Mamá, mamá ¿qué ha sido ese ruido?
    —Nada cariño, ya salgo, que se ha vuelto a caer el ficus.
    — ¿Y tu diente? ¡Te ha vuelto a salir! Te lo dije mamita.
    —Claro, nena, si tú lo dices.
 


Por Raquel Ferrero



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