lunes, 24 de noviembre de 2014

¿Qué habrá sido de él?

Lo más probable es que se haya jubilado, esté en paro o… vaya Usted a saber.

Han de saber que durante mis años de pantalón corto y llanto fácil fue él el encargado de facilitarme sonrisas, ilusiones… y lo hacía cada vez que sufría un ligero contratiempo o aparecía un socavón en la elaboración del  triturado de mi fabricación.

Entonces sabía que aparecía él para compensar mi sufrida pérdida y moderaría mi quebranto con un dulce, una moneda, una figura… ¡algo!

Fue por aquella época cuando empecé a aprender  a trapichear en la vida. Y, pronto supe  que dejando una muestra de mi desconsuelo debajo de la almohada él se encargaría de transformar mi  dolorosa pérdida en… voila, un regalo que encendería mi rostro.

                De él supe, lo que se me dijo, que se estaba construyendo un precioso palacio con las piezas que recopilaba en sus intercambios nocturnos y que lo hacía cerca de la segunda una nube blanca a la izquierda del sol. Y  que si yo me fijaba con atención podía apreciarla con toda nitidez durante los primeros días del verano.

                Lo cierto era que a mi siempre me asombró aquella precisión suya y la información que manejaba ¡No fallaba nunca! Yo sabía que él no se olvidaría y que la noche en la que depositase mi preciada  pieza, justo aquella noche, él se presentaría y haría el intercambio.  

                Ahora,  casi sesenta años después, he repetido la operación,  con la misma ilusión. Envolví la el pequeño trocito de fino  marfil que me había facilitado el dentista, lo enrolle en un pedacito de pergamino y la deposité debajo de la almohada. Luego… con los ojos abiertos, muy abiertos esperé hasta que la noche me vencio. Por la mañana, cuando me despertarme, miré nervioso bajo la almohada  y… allí continuaba ella: Solitaria, inmóvil, envuelta en el mismo mantón en la que la envolví.

                Me entristeció un poco, lo confieso, me quede decepcionado. Ahora me pregunto: ¿Dónde estará?¿Qué habrá sido del Ratón Pérez?¿Se habrá jubilado?¿Tendrá quién lo suceda?¿Dejará sin ilusiones a millones de jóvenes? ¿Habrán reestructurado también su empresa?¿Lo habrán despedido?

Me gustaría que supiera que siempre le estaré agradecido a  “D. Ratón Pérez”  ¡hoy ya será mayor! y se merece ese tratamiento. Por su edad y porque provocó millones de sonrisas. Sólo me apena que quizás no llegue a saber nunca que me preocupa su destino y  no saber si millones de niños seguirán gozando de sus apariciones, travesuras y generosidad.

¿Dónde estará?¿Por qué no se ha llevado mi pieza?¿Habrá terminado su palacio? Hoy decenas de  preguntas sin respuesta se agolpan y me torturan.

Jesús Ramírez Castañedo

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