lunes, 24 de noviembre de 2014

La rosa roja

Entre los profundos y verdes valles de la tranquila ciudad de Tekalia se alzaba al frente
Una gran montaña de la que surgieron Leyendas que nunca acababan. Decían que en su
Cima, siempre cubierta de nieve, aparecía una joven muy bella y de grandes ojos verdes.

Se comentaba que aquellos que  llegaban hasta su cima , nunca más volvían, pero jamás
Se supo de nadie que no regresara.
Como todas las Leyendas, eran contadas por los Pastores de los alrededores que mientras
Cuidaban sus Rebaños, junto a un buen fuego y comida, se relataban entretenidas
Historias como la que a continuación os relato.

Cerca de Tekalia a unos kilómetros de un pequeño pueblo llamado Kalon, vivía una 
Anciana con su joven y bella sobrina Rosalía. Ella era el sustento de su tía pues cada 
Día bajaba a Tekalia a vender los jabones que ella misma fabricaba.
Había un pastor que siempre le compraba un jabón y por cada uno que le daba,  una 
Rosa él le regalaba. Ella le sonreía y se marchaba sonrojada.

El pastor y Rosalía se enamoraron. Era un amor grande y hermoso. Con el tiempo, 
Manuel que así se llamaba el pastor, le preguntó a Rosalía si quería casarse con él
A lo que ella respondió con alegría: 
                          
- Sí, sí y sí. Con toda mi alma. Nadie mejor que tú querido Manuel.

La tía de Rosalía llena de alegría y emoción  salió a comprar el vestido más bonito
Que Marta la sastra bordaría para ellas.

Rosalía estaba tan Feliz que soñaba con Manuel todos los días.

Una tarde, antes de su boda, la joven paseaba cantando una canción que hablaba de una
rosa roja…. Tarareaba sin parar esta dulce melodía que se  armonizaba con el 
maravilloso paisaje. Cuando de pronto, escuchó un grito de horror tan terrible que le 
paralizó y todo en silencio se quedó.

Rosalía corrió hacia donde escuchó aquel grito y al llegar allí:

             -¡¡¡¡¡OHHHH Dios mío!!!!!!

Era Manuel que estando en la cima con su rebaño, con la nieve resbaló
Con tan mala suerte que cayó y desapareció. Se le buscó y buscó, pero nunca se le 
Encontró.

Desde entonces Rosalía salía todas las mañanas de casa y subía Hasta la misma cima
De la Gran Montaña. Se dice que cada día brotaba de la nieve una Única Rosa roja
Que Rosalía arrancaba, miraba al cielo y la besaba. Aquella era la misma rosa que 
Cada día Manuel regalaba a su amada.

Marta Guixa

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