viernes, 7 de marzo de 2014

El psiquiátrico

El especialista pidió al familiar que se introdujese en una pequeña y oscura sala con altas ventanas enrejadas y después comenzó a hablar de forma pausada y blanda.

No se asuste, no se asuste, al ver al enfermo si observa el rostro triste, la mirada perdida, la boca cerrada… ahora el paciente ya está mucho mejor.

Como sabe –continuó- el enfermo ingresó por voluntad propia para someterse a nuestras recetas, en aquellos momentos sufría de fuertes ataques de locura decía, a voz en grito, que todos los hombres eran iguales, que tenían derecho a recibir buena educación, medicinas, tener una vivienda; Decía que ¡figúrense! Tenía derecho a un trabajo digno y a que se respetasen sus derechos y más cosas raras, extrañas que ahora no recuerdo. Debió sufrir un severo ataque de ilusión… Muy malito, muy malito debía estar para ser el mismo quien pidió ingresar en nuestro centro de forma voluntaria deseoso de recibir electroshock. 

Pero esté tranquilo ha sido tratado con una fuerte dosis de Realidadina y hora descansa tranquilo, está sedado, atado por unas fuertes cadenas,… todo lo pensamos por su bien.

Créanme el paciente está mucho mejor así, ya no pide medicinas, ni calefacción, ni educación, ni vivienda, ni servicios sociales, ni un trabajo digno, ni libertad ni… nada de todas esas menudencias y locuras. Balbucea, de vez en cuando, y parece querer recobrar alguno de sus antiguos sueños pero es momentáneo. Continuamos aplicándole un severo tratamiento que le hará sumiso. Y pronto todo volverá a la normalidad él estará ya sin sueños.

La lobotomía practicada está resultando un éxito. 

El familiar se quedó mirando al especialista y sólo se atrevió a decirle: “Esto no era lo que nos prometió el director”. 

Por Jesús Ramírez

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