lunes, 29 de octubre de 2012

Mara

Hoy he vuelto a discutir con mi madre. Así sucede, desde hace un año mas o menos.

Me registra los bolsillos, espía mis llamadas, rastrea mi ordenador... Me siento incomprendido, rechazado...

En la calle, adivino su mirada tras las cortinas del salón. Decido no encender el cigarrillo hasta doblar la esquina. He quedado en el centro con Mara.

Aprovecho el viaje en metro para chatear con WatsAp.

Mara es morena, tiene unos preciosos ojos oscuros, boca grande, sensual y una bonita figura. Quizás resulte demasiado bajita. Lo disimula, según ella, vistiendo de negro porque ese color estiliza la silueta.

No es feliz, asegura que su madre la adoptó para salir de la apatía y la soledad.

Ése no es mi caso; mi familia es como otra cualquiera. Mi hermana se ha independizado recientemente y viene por casa lo justo. Eso sí, mi padre es un gran tipo.

Creo que mi madre no acepta a Mara. Cuando hablo de ella, siempre encuentra un comentario agrio hacia su persona. Sin embargo, para mí, se ha convertido en la persona que mas me comprende, en la que más confío.

Nuestros problemas en casa son muy similares. Nos soñaron distintos.

He llegado a Gran Vía. Mara ya espera esquina a Fuencarral. Una amplia sonrisa, un gran beso. Emocionados nos dirigimos hacia nuestra primera experiencia amorosa en el cercano barrio de Chueca.  Mara es lesbiana.

Por Josefina Sánchez

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