lunes, 29 de octubre de 2012

Amante de estraperlo

Los focos me están cegando, y eso que todavía permanezco en el exterior. El regidor me hace una seña para que entre en el plató. Me tiemblan las piernas, espero no perder el equilibrio antes de llegar ante el presentador.

Que felices somos, cariño. Ya verás, vamos a terminar nuestras carreras, a buscar algún trabajillo para ahorrar y nos trasladamos a Madrid. Seguro que allí conseguiremos unos buenos empleos y compraremos una bonita casa, para vivir juntos toda la vida. Y tendremos muchos hijos. Bueno, con la parejita nos conformaremos.

El conductor del programa me saluda. Creo que estoy poniendo cara de tonta. Me encuentro abrumada. Ha empezado a contar toda nuestra historia, desde que nos conocimos. Con qué fluidez lo narra, como si fuera un cuento.
Estoy deseando que llegue el sábado y pasarme toda la noche abrazada a ti. Fundirnos como el cobre y el estaño modelando una estatua.

Dice que permanezca en silencio cuando él aparezca al otro lado de la pantalla, si es que viene. Por Dios bendito, que haya venido.

Cariño, qué te pasa, ¿ya no me deseas?, ¿te has cansado de mí? Últimamente te veo muy distante. Parece que prefirieras estar más con tu compañera de clase que conmigo.

Acaba de entrar en el plató. No puedo verle, pero le siento. Me llega su olor, su calor, su respiración. Se ríe, pero con risa nerviosa.

No me digas que lo dejemos. ¿Que te agobio? Es que me preocupas, te veo tan desasosegado. Sé que la muerte de tu padre es un duro golpe para ti y tu familia, pero yo sólo quiero apoyarte. Prometo dejarte espacio para que respires.
Le está diciendo al presentador que él nunca ha estado enamorado de mí. Que sabe que no me ha correspondido. Que jamás me dijo que me quería. No es cierto ¡Dios! No es cierto. Me lo ha dicho miles de veces, me lo ha hecho entender siempre. Hemos hecho tantos planes de futuro.

Cógeme el teléfono, por favor. Llevo semanas sin hablar contigo. Te necesito más que el poco alimento que ingiero cada día. ¿Por qué me haces esto? No me dejas otro remedio que intentarlo en televisión.

El conductor del programa le aconseja que no me vea, ya que no va a ser capaz de entender todo el cariño que le he entregado. Incluso él se ha dado cuenta de todo lo que le he querido. Anhelo verle, abrazarle, sentirle otra vez. Aunque sea a escondidas de otra mujer. Le venero de tal manera, que me conformaría con ser su amante de estraperlo.
Por Vicente Briñas

No hay comentarios:

Publicar un comentario