miércoles, 23 de enero de 2013

La creación del hombre

Hallábase Felonio, El Creador,  tan satisfecho de su obra que se solazaba en la contemplación de astros, estrellas y planetas que flotaban en el ingrávido cosmos y decidió que  había llegado el momento de crear modos de existencia que habitaran tantos mundos vacíos.

Observó cuidadosamente todos los elementos y empezó por una esfera transparente, de tamaño mediano, que le llamó la atención por su tonalidad  azul y recordó que al concebirla la inundó de agua cristalina que imitaba el color del cielo cuando  éste se reflejaba sobre su superficie, y convino en que sería el lugar idóneo para insuflarle vida. Y lo llamó Tierra.

Comenzó por decorar el escenario, introduciendo playas y montañas, desiertos y estepas, selvas y bosques colmándolos de vegetación y animales: gigantescos y diminutos, voladores y terrestres, todos enlazados por un código de armoniosa convivencia.  Acto seguido, al apreciar que su mundo estaba en tinieblas, lo iluminó,  situándolo cerca de una bola de fuego que llamó Sol, en torno  a la que  lo hizo girar para aportarle luz y calor.



Tras esta fatigosa tarea, el Creador estaba cansado y se dispuso a disfrutar del resultado, observando como se alternaban  los días y las noches, admirando los ciclos de las estaciones que hacían variar paisajes y plantas y cómo a las tormentas y heladas, les sucedían días de acogedora calidez.

Pasados varios milenios, en los que Felonio se paseó por otras galaxias y volvió a su planeta preferido para comprobar si todo estaba en orden. Adoptando la forma de pájaro recorrió la Tierra y constató que era un edén de belleza y armonía y decidió crear a un ser diferente, ni planta ni animal, que poseyera las cualidades del propio Felonio y las transmitiera poblando la Tierra.

Así es como quiso dotarle al mismo tiempo de valor y justicia, fuerza y ternura, integridad y recto modo de proceder con la Naturaleza.

Cortó la rama de un roble,  por ser árbol recio y de gran consistencia, y lo mezcló con barro, materia moldeable y adaptable, dándole forma de primate, y le añadió la fortaleza del simio, la habilidad del felino y la nobleza e inteligencia del equino, tomando pelos de dichos animales y sometiendo todo al calor del astro rey y la acción del viento. Y lo llamó Hombre.

Más tarde creó a su compañera de la misma forma y proclamó que hombre y mujer serían los reyes de su creación, se extenderían por la Tierra y convertirían el planeta en un paraíso de paz y felicidad, cuidando del resto de las criaturas y de los árboles y plantas.

Pero ignoraba Felonio que hombre y mujer adquirirían  cualidades que no les fueron otorgadas desde el principio y quebrantarían la lealtad que les había sido concedida e indignado les abandonó a su suerte.

Y así fue como la humanidad conoció la traición, el egoísmo, y desde entonces el lugar ameno y delicioso se convirtió en morada de penalidades, luchas y destrucción, generación tras generación, por los milenios de los milenios.


       Carmen Alba

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