Hallábase Felonio, El Creador, tan satisfecho de su obra que se solazaba en la contemplación de astros, estrellas y planetas que flotaban en el ingrávido cosmos y decidió que había llegado el momento de crear modos de existencia que habitaran tantos mundos vacíos.
Observó cuidadosamente todos los elementos y empezó por una esfera transparente, de tamaño mediano, que le llamó la atención por su tonalidad azul y recordó que al concebirla la inundó de agua cristalina que imitaba el color del cielo cuando éste se reflejaba sobre su superficie, y convino en que sería el lugar idóneo para insuflarle vida. Y lo llamó Tierra.

Tras esta fatigosa tarea, el Creador estaba cansado y se dispuso a disfrutar del resultado, observando como se alternaban los días y las noches, admirando los ciclos de las estaciones que hacían variar paisajes y plantas y cómo a las tormentas y heladas, les sucedían días de acogedora calidez.
Pasados varios milenios, en los que Felonio se paseó por otras galaxias y volvió a su planeta preferido para comprobar si todo estaba en orden. Adoptando la forma de pájaro recorrió la Tierra y constató que era un edén de belleza y armonía y decidió crear a un ser diferente, ni planta ni animal, que poseyera las cualidades del propio Felonio y las transmitiera poblando la Tierra.
Así es como quiso dotarle al mismo tiempo de valor y justicia, fuerza y ternura, integridad y recto modo de proceder con la Naturaleza.
Cortó la rama de un roble, por ser árbol recio y de gran consistencia, y lo mezcló con barro, materia moldeable y adaptable, dándole forma de primate, y le añadió la fortaleza del simio, la habilidad del felino y la nobleza e inteligencia del equino, tomando pelos de dichos animales y sometiendo todo al calor del astro rey y la acción del viento. Y lo llamó Hombre.
Más tarde creó a su compañera de la misma forma y proclamó que hombre y mujer serían los reyes de su creación, se extenderían por la Tierra y convertirían el planeta en un paraíso de paz y felicidad, cuidando del resto de las criaturas y de los árboles y plantas.
Pero ignoraba Felonio que hombre y mujer adquirirían cualidades que no les fueron otorgadas desde el principio y quebrantarían la lealtad que les había sido concedida e indignado les abandonó a su suerte.
Y así fue como la humanidad conoció la traición, el egoísmo, y desde entonces el lugar ameno y delicioso se convirtió en morada de penalidades, luchas y destrucción, generación tras generación, por los milenios de los milenios.
Carmen Alba
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