miércoles, 26 de octubre de 2011

Seda y difuntos

Un día más se dispuso a hacer sus ejercicios de meditación. Empezó inspirando profundamente hasta convertir la respiración en algo apenas perceptible. Se sentía más liviana que nunca. Su cuerpo empezaba a elevarse ligeramente y su mente conectaba con el vacío exterior. Flotaba en la infinitud del universo, con un halo luminoso que le proporcionaban las estrellas. Una sensación de extrema suavidad rozaba cada parte de su ser. Los gestos de su cara se iban dulcificando. Las tensiones y temores que otras veces le atenazaban desaparecieron. Jamás había llegado a tal grado de relajación. Repentinamente, oyó unas voces que le sacaron de su plenitud. Seguían un ritmo melódico, como una letanía religiosa. Sí, las voces eran familiares, conocidas… parecían las de sus padres, sus hermanos. Aterrorizada, pensó en aquello que le había hecho prometer a su hermana. Si llegara el caso, quería ser amortajada como cualquier difunto pero, por favor, que fuera totalmente envuelta en seda, con su caricia sutil.

María de las Mercedes Martín Duarte
a partir del binomio fantástico 'seda' y 'difuntos'

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