jueves, 27 de octubre de 2011

La rebelión de los pequeños demonios

Pequeñitos, redonditos, con cuernecillos y cola acabada en corazón. De color rojo anaranjado como la lengua del mismísimo diablo.

El infierno daba ese color a sus habitantes, así se uniformaba a todos los pequeñitos que parecían hasta graciosos. Sin embargo, al mirarles a la cara daban terror. Diferentes unos de otros mostrando en su frente el porqué de estar en el infierno.

Aparecían así los grupos pertenecientes a la avaricia, la ira, la gula... Pero como en el siglo XXI todo era cada vez más complejo, participaban de varios pecados a la vez.

Felices, hasta que eran conscientes de que aquello era sólo el principio. Se dedicaban a hacer lo mismo que les había llevado al infierno. Pero las consecuencias eran diferentes. De cada uno de sus actos salían beneficiados otros, aquellos que antes fueron perjudicados en la tierra. Conseguían hacer más grata la vida de los demás en forma de golpes de suerte que les hacían más felices.

En el infierno ya no podían controlar cada uno de los pasos que servían a sus intereses, ahora eran un número más, sin ninguna relevancia personal y sin cosechar beneficios propios. Fueron dueños del universo; amos de un mundo que unos pocos habían creado para dolor de los demás. Ahora eran difíciles de distinguir, quedando todos clasificados bajo el concepto de “maldad”.

No tenían un líder, todos querían serlo. En continua guerra, torturados y perseguidos unos por otros, dominados por el odio y la ira, sin un ápice de tregua. La soledad y el miedo a ser atacados les hacían rendirse, y no podían salir del círculo donde meritoriamente se habían metido.

Enfermos, hambrientos, maltratados física, psíquica y emocionalmente eran cada vez más pequeños. Ya no podían hacer sino el bien fuera del averno.

Aunque intentaban rebelarse, sólo conseguían que el mundo en que vivían fuera cada vez peor, para ellos y sólo para ellos. Un auténtico y eterno infierno.
María de las Mercedes Martín Duarte
a partir de la hípótesis fantástica: qué ocurriría si los huéspedes del Infierno se amotinasen

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