jueves, 24 de mayo de 2012

Camino

Declarado el fin por otros,
Tronco cortado, inocente.
Vago  y triste, agónico.
Penosa y eterna, muerta.

Abrir los ojos
Y saltar,
Del sueño a la vida.
Aurora plena,
Sin noche derrumbada,
Sin alegría rezagada,
Ausente.
Volver a los abrazos,
Las sutiles caricias,
Los ímpetus saciados,
Sedientos.

¡Oh! no, no quiero
la tristeza débil, del
tallo de amapola.
La sangrienta bomba que
Vuela a su destino.
La traición temible
En el volcán resucitado.
La dictadura
Del niño consentido.

¡Oh! sí, si quiero
la caricia del arroyo,
la lluvia bajo el sol,
la suavidad del lago,
la arena de la orilla.

¡Oh! sí, si quiero
el libro que conforta,
una melodía despierta,
la sublime emoción
en la imprevista belleza.

Quiero, sí, quiero
Unas noches cercanas,
Encontrarme con otros,
Traspasarme de vida.
Ser dueña de mí misma,
Sin marcos acerados,
Déjame ya, rutina,
Recoger más poesía,
De mágicos momentos,
Palpable, sugerida.

María de las Mercedes Martín Duarte

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