viernes, 23 de diciembre de 2011

Somos seres de costumbres

Sin mucho ánimo, Juan salió de casa. "¡Vamos, Toro! ¡A la calle!". Parecía un día demasiado aburrido. Quizás tenía que hacer algo para cambiarlo. Mientras compraba el pan apareció su vecina Josefa. "¡Ayyyy!", pensó.


- ¿Qué tal, Josefina? -dijo sonriendo.
- Pues ya ves. Resulta que me han dicho que nos van a subir la cuota de la comunidad.
- No me digas, si nos la subieron el mes pasado.
- Claro, pero ahora dicen que otra vez.
- ¿Y quién te lo ha contado?
- A mí me lo ha dicho Paco, que por lo visto estuvo hablando con Lucía. Ya sabes que Lucía se entera de todo.
- Si, es verdad. Comentó Juan pensando para sí “ya estamos con los macutazos”.
- Pues nada, habrá que aguantarse.
- Sí, hombre, porque tu lo digas. Vamos, yo desde luego no pienso callarme, ya sabes que siempre lo digo todo, me van a oír…

A partir de ese momento, Juan desconectó.

-Desde luego, la gente se inventa películas, se las cree e incluso se coge cabreos y pierde su tiempo en discutir.
- Bueno pues nada, me voy que tengo un poco de prisa.

Josefa no iba a perder la ocasión de pegar la hebra con alguien, no le iba a dejar escapar tan fácilmente. Mientras, Juan intentaba salir de la panadería, una cuerda inexistente que parecía les uniera y se iba estirando, le obligaba a escucharla por educación. Ella, sin sentirse aludida por su lenguaje no verbal no dejaba de hablarle a pesar de que ya estaba abriendo la puerta. Al tomar aire la vecina, consiguió salir por piernas.

Caminaba hastiado de su propia falta de sociabilidad. Tengo que tener más paciencia, la gente se merece que la escuchen. Al mismo tiempo estaba decidido a no aguantar más conversaciones innecesarias. Su tiempo era valioso y no quería malgastarlo, aunque no tuviera claro qué hacer. Soy un ser lleno de contradicciones, pensó.

Con el pan bajo el brazo se dirigió a comprar el periódico.

- ¿Qué tal, Fran?
- Aquí estoy, como siempre. ¿Has visto el 'As'? Dicen que el Atleti está  acabado, que nunca podrá volver a ganar. Vamos hombre, solo faltaba eso, sinvergüenzas, qué sabrán estos mendrugos, pues anda que no podemos ganar la copa en cuanto se nos antoje, claro como están los señoritos del Madrid…

Juan, siempre sonriendo, piensa “No por Dios, fútbol, no”. Voy a tomar la determinación de no volver a este quiosco. Mira que es plasta, siempre con lo mismo. Claro que si tengo que andar un kilómetro hasta llegar al próximo… En fin, me tendré que aguantarme.

- Bueno, Fran, me voy que tengo un poco de prisa.

Desde que ha amanecido sabía que el día iba a ser tedioso. Me voy a acercar a 'La Divina' a tomar un cervecita y compro tabaco.

- ¡Hola, Juan!
- Hola, Celia. ¿Qué, paseando al perrito?
- Claro, como todos los días. Fíjate que creo que está malito. Está mañana ha hecho una caquita más feaaa...
- Je, pobre. (Siempre sonriendo). “Esto es un castigo. Hoy no es mi día, no hay duda”.
- ¿Tú crees que tengo que llevarlo al veterinario o se le pasará?
- Pues… no sabría decirte. “Pregunta trampa, si le digo que no hace falta y el perrito se pone peor me la juego. Pero si le digo que sí, me va a empezar a contar que es muy caro y que ella es pensionista y no tiene dinero y que no hay derecho y…. ¡ahhhhhh!”.
- Seguro que tú sabes mejor que nadie lo que hay que hacer. Me voy que tengo un poco de prisa. ¡Que se mejore!

"Y encima sin tabaco. Lo que te digo esta vida es un infierno. A ver si llego al bar de una vez".

- Hola, parroquianos. Sus colegas del bar van vestidos con chándal y zapatos, porque aunque ninguno va a hacer deporte así están más sueltos.
-Hombre, don Juan. El que no habla con nadie, el digno, el marqués, siempre mirando por encima a los demás.
- ¿Qué tal, Pedro? -"Ya está con sus bromitas, encima de que se me enrolla todo el mundo... Para qué vendré a La Divina, sabiendo cómo son".
- ¿A quien le ha tocado la porra?
- Pues justamente a ti. ¡Qué caradura! sólo juegas un número y te toca. Tendrás que invitar.
- Por supuesto que sí. –"¡Vaya! me tocan diez euros y ahora tengo que invitar a cuatro amiguetes. Desde luego vaya ruina, no vuelvo a jugar, no hay derecho". Je, je ¡Qué suerte tengo! Me la pienso llevar todas las semanas.
- ¿Dónde has dejado a Toro?
- Fuera, atado a un árbol. A ver si ponen una barra como en las películas del oeste en la puerta del salón y podemos dejarlos sujetos tranquilamente.
- Bueno, y ¿cuándo te casas? Mira nosotros que bien vivimos. Las parientas en casa haciendo la comida,  los niños jugando en el patio y nosotros tomando el aperitivo. Así da gusto, mejor que un soltero.
- Sí, desde luego. Pero yo esta noche la voy a pasar con una amiga.

Los otros tres amigos sentados a la mesa, aguzan el oído para ver que se cuece.
- Una amiga, ¡eh! ¿Y está buena?
- Sí, claro, cómo iba a quedar con ella si no. –"No les voy a decir que la he conocido por internet y todavía no la he visto. Con la última que quedé no se parecía en nada a la foto que me mandó. Menudo chasco, creí que había quedado con su madre".
- ¿Dónde la vas a llevar?
- A lo mejor la llevo a ver la última de Torrente, y así nos reímos un rato. -No pienso contarles que vamos a un restaurante caro y luego a un concierto de jazz. Que sigan creyendo que soy un pringado como ellos.
- Pon otra rondita, Tomás.
- ¡Uf! qué caña.
– Dale un poco de alegría al cuerpo macareno que está matarile, un poquito de presión.
- Qué, ¿ya habla tu perro?
- Os he dicho que no puede hablar, pero que es como si hablara. Los perros pueden llegar a tener una inteligencia como un niño de 2 años. A esta edad entienden todo. Toro comprende los sentimientos: si me río viene corriendo a jugar, si alguien llora va corriendo a lamerle, si le hablas enfadado lo entiende, y así ...
- Pero todavía no habla ¡eh!. "Para qué comentar algo con esta gente, es tontería, ¡si es que no están a mi nivel!"
- Pues nada, chicos, me voy que tengo un poco de prisa. Todavía tengo que hacerme la comida. ¡Adiós!

Al final Juan había hecho lo mismo de todos los sábados, pero se sentía mucho mejor que al salir de casa. Mientras regresaba pensaba que tampoco había estado tan mal la mañana. “Si es que, en realidad, soy un agonías. A ver si el domingo se me ocurre algo diferente porque menudo coñazo los colegas, menos mal que yo llevo mi puntito y paso de todo. Desde luego las múltiples contrariedades de la vida no me arredran. Estoy hecho un campeón”. Sin ser consciente de ello, y después de varias cañas ,sentía que su humor estaba más ajustado a la verdadera realidad.

María de las Mercedes Martín Duarte

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